Jordi Juan

Periodista

El Departament d´Interior, Relacions Institucionals i Participació de la Generalitat ha tenido a bien realizar un estudio sobre las causas de la desafección que sienten muchos ciudadanos hacia la política. ¿Por qué aumenta la abstención? ¿Por qué baja la afiliación en sindicatos y partidos políticos? ¿Por qué crece, en cambio, la aparición de movimientos alternativos o plataformas independientes?

Tras una atenta lectura de los 52 folios del texto - apenas 86.000 caracteres si le descontamos el prólogo-, la conclusión es que parte de la desconfianza de los ciudadanos viene en parte por estudios como este. El departamento de Joan Saura se podía haber gastado los 24.200 euros en alguna cosa más útil que un conjunto de reflexiones más o menos bienintencionadas sobre cómo debería ser la labor de políticos y periodistas. Que además el informe se encargue a un ex conseller de la Generalitat del tripartito - Josep Maria Vallès- que ha formado parte y ha sido testigo directo de la etapa analizada no sólo resta valor al informe, sino que contribuye a generar una sensación de tomadura de pelo.

¿Por qué hay desafección? De forma gratuita y sin que les cueste un euro a las arcas de la Generalitat, les podría enumerar una lista de actitudes que llevan al distanciamiento de la opinión pública. Podríamos empezar por la falta de respeto de los gobernantes hacia sus ciudadanos. En Gran Bretaña, a los funcionarios se les denomina civil servant.Fíjense en la palabra: servidores públicos. Aquí llega un político a un despacho y se lo hace suyo como si fuera su cortijo. A diferencia de democracias con muchos más años de desarrollo como la británica, aquí no dimite nadie. Ha de producirse una hecatombe para que suceda. Se puede mentir, engañar o ser incoherente diciendo una cosa hoy y otra mañana. Y no pasará nada. Lo hemos visto estos días en el conflicto del agua.

En el acceso a los altos cargos de los diferentes departamentos prevalece el carnet y el amiguismo sobre las aptitudes. Esto vale para los actuales gobiernos tripartitos como para los anteriores de CiU, o los del PP o PSOE.

Podríamos añadir también que los votantes piden una administración eficaz. Que sólo se perciba cuando es realmente necesaria y no a la inversa. La gente no quiere tener la sensación de que está perseguida por aquellos a quienes les paga sus impuestos. Por ejemplo, les gustaría notar la presencia de los Mossos d´Esquadra cuando tienen un problema de seguridad, y no sentirse acosados por ellos de forma arbitraria. Que las inspecciones fiscales afecten no sólo a quienes pagan religiosamente sus impuestos y deje de exonerar a la economía sumergida.

El informe de Vallès critica a los medios de comunicación. Seguro que tienen parte de culpa. Pero los periodistas no podemos engañar a los lectores. No podemos presentar a la clase política actual como una cosa diferente de la que es. El espejo en el que se ven no les gusta nada, pero les refleja exactamente tal como son.

Montilla, todo o nada
Tres ejemplos de desafección. Caso uno: el president Montilla ha vuelto a dar un paso al frente en su discurso reivindicativo de exigencia de solucionar el sistema de financiación. Bravo. Puede tener a mucha gente del país apoyándole. Su problema es que ya no puede volver atrás. Si el Gobierno demora la solución al problema de la financiación, Montilla no podrá entonces mirar hacia otro lado. Nadie le creería después.


Contra la ´costra´
Caso dos. Mal favor le han hecho al PSC los últimos comentarios despectivos de sus dirigentes Joan Ferran y Manuel Mas hacia TV3 y Catalunya Ràdio. A este último, el director de comunicación de la Generalitat, Antoni Bolaño, le tuvo que pedir que retirase su blog contra Mònica Terribas. Pero en ambos casos se ha de defender su valentía a la hora de expresar sus opiniones. Pueden estar muy equivocados o no, pero es bueno que los políticos digan lo que piensan. Así también se combate la desafección.


Lección de Esquerra
Caso tres. La denostada Esquerra Republicana tiene muchos motivos de censura. Ahora bien, finalmente escogerá el próximo 7 de junio a sus dirigentes mediante el sistema democrático más puro: mediante el voto secreto en urna de sus militantes. No todos los partidos políticos pueden hacer una cosa igual.



La Vanguardia, 12 de maig del 2008